Comparto en esta entrada las conclusiones finales de la Asamblea General de Cáritas del pasado mes de Junio.
Impulsados por la evolución de una realidad social
que, en cada una de nuestras Cáritas y comunidades, nos sigue abocando al reto
de responder a la desigualdad y la injusticia, hemos reflexionado en el marco
de nuestra Asamblea General, a la luz del Evangelio y de nuestras experiencias
cotidianas de lucha contra la pobreza y de la Doctrina Social de la Iglesia , sobre las
estrategias más adecuadas para proteger, en este momento de la historia, la
dignidad y los derechos de las personas más empobrecidas.
Escuchamos la oración del papa Francisco con motivo de
la reciente convocatoria del Jubileo para la Misericordia, en la que invoca al
Espíritu para que el Jubileo “sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia
pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los
pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la
vista a los ciegos”.
También han resonado con fuerza en nuestras sesiones
de trabajo sus palabras a los participantes en la reciente Asamblea General de
Cáritas Internationalis, en las que expresó su preferencia por “una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias
seguridades”.
Reafirmamos en esta Asamblea nuestra determinación de
seguir siendo, como nos define el Papa, “el motor de la Iglesia que organiza el
amor para que todos los fieles trabajen juntos”, de “ayudar a los demás a
cambiar el curso de la propia vida” y de ser “la sal, la levadura y la luz que
ofrece un faro de esperanza a los necesitados”.
En este camino, como servicio organizado de la
caridad, recibimos con alegría la Instrucción Pastoral
“Iglesia, servidora de los pobres” aprobada por nuestros obispos en la última
Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Es un estímulo
para nuestras Cáritas y todos nuestros agentes la mirada que desde las
periferias de la precariedad nos propone ese documento, así como su defensa de
la dignidad de los más pobres, en especial los inmigrantes. Y recibimos como un
soplo de auténtico aliento evangélico su alerta sobre el mal moral que supone
en nuestra sociedad la corrupción y la llamada urgente a “recuperar una
economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses
individuales y egoístas”.
Constatamos que, como se indica en la Instrucción pastoral,
“la crisis no ha sido igual para todos” y que “para algunos, apenas han
cambiado las cosas”. En Cáritas somos testigos de que, a pesar de ese cambio de
ciclo que insinúan los datos macroeconómicos, la precariedad sigue
manifestándose con gran intensidad en las personas y familias más empobrecidas.
Por eso, hacemos nuestra la llamada de los obispos a
“recuperar la dimensión ética de la economía, y de una ética “amiga” de la
persona”, lo que significa seguir poniendo a las personas en el centro de
cualquier modelo de desarrollo. Y apelamos a “las Administraciones Públicas, en
cuanto garantes de los derechos, a que asuman su responsabilidad de mantener el
estado social de bienestar, dotándolo de recursos suficientes” (n. 49).
En esta Asamblea hemos querido avanzar hacia ese
objetivo, centrando nuestros análisis en las alternativas que --ante una
realidad dominada por un modelo socioeconómico injusto y excluyente responsable
del sufrimiento de millones de personas y familias en nuestro país-- nos
ofrecen las propuestas de economía solidaria que permitan dar paso a “un modelo
fundamentado en el principio de gratuidad y la lógica del don” (Caritas in
veritate, n. 36).
Para ello, nos COMPROMETEMOS:
·
A asumir nuevos
estilos de vida y optar –en línea con la apuesta de Francisco en Laudato si´--
por actitudes más austeras y modelos de consumo sostenibles, para hacer
realidad el destino universal de los bienes y el bien común, y poder
transformar desde lo cotidiano y lo comunitario el actual sistema de producción
y consumo.
·
A desarrollar, en
coherencia con nuestra identidad, iniciativas conjuntas de trabajo en red con
las empresas y otras instituciones, apoyando, también con los recursos
eclesiales, las finanzas éticas, los microcréditos y las empresas de economía
social.
·
A incidir en la
dimensión estructural del modelo actual, involucrando a las empresas en la
construcción de un marco alternativo de desarrollo en el cual tanto la Responsabilidad Social
Corporativa como la creación de empleo digno, la aportación a la riqueza local
y el cuidado del medio ambiente seas entendidas como dimensiones esenciales de
la actividad empresarial.
·
A reclamar en el
marco internacional un compromiso real de la agenda post 2015 con la defensa y
protección de los derechos humanos y la apuesta por los Objetivos de Desarrollo
Social (ODS).
·
A impulsar la
armonía de la vida social, apelando, en la etapa que emerge tras las elecciones
municipales y autonómicas, a la responsabilidad de toda la comunidad política a
la hora de garantizar y promover las condiciones necesarias de acceso a los
derechos económico-sociales, como son el empleo digno, una vivienda adecuada,
el cuidado de la salud y una educación en igualdad y libertad.
·
A seguir
denunciando la permanencia de unas estructuras económicas y sociales injustas,
que son responsables del sufrimiento de millones de personas y familias en
nuestro país.
·
A vivir a fondo
la espiritualidad que anima a quienes trabajamos en el campo caritativo y
social, una espiritualidad encarnada, de ojos y oídos abiertos a los pobres,
una espiritualidad de la ternura y de la gracia, que inspire esa salida a las
periferias y abra a la escucha del otro que define la labor de acompañamiento
de Cáritas.
·
A dar
protagonismo en todos los procesos y respuestas de Cáritas a los implicados en
ellos, pues la dignidad y la búsqueda del verdadero desarrollo implica escuchar
y dar participación a los pobres.
A pesar de las dificultades que nos siguen saliendo al
encuentro en nuestro trabajo diario, finalizamos nuestra Asamblea con una
energía renovada ante el tiempo nuevo que vive la Iglesia y el aliento del
Espíritu que ilumina nuestra acción en el seno mismo de la Iglesia.
Queremos responder con “una nueva imaginación de la
caridad”, como nos propuso el beato Juan Pablo II en su Carta Apostólica Novo
Millennio Ineunte, a los retos que nos lanzan las nuevas pobrezas. Para avanzar
en esa dirección, junto al compromiso de nuestros voluntarios, colaboradores y
contratados, nos acompañan la cercanía de nuestros obispos, la intrepidez
pastoral del Papa Francisco y una red global de Cáritas que, con la elección
del cardenal Luis Antonio Tagle como nuevo presidente de Cáritas
Internationalis, se muestra cada vez más abierta a las periferias y más testigo
de una Iglesia pobre para los pobres.
Invocamos, para ello, la mediación del Beato Oscar
Romero, patrón de Cáritas Internationalis y símbolo de la defensa martirial de
los derechos humanos y de la opción por los pobres.
El Escorial, 28 de junio de 2015